Editorial del 10 de febrero de 2014
Hace días que el rumor era persistente pero ha sido esta mañana cuando la ejecutiva del partido socialista ha elegido como cabeza de cartel para las elecciones europeas a su número dos, Elena Valenciano.
Las lecturas políticas de su designación son varias. En primer lugar puede deducirse que, siendo como es Valenciano, persona de máxima confianza de Rubalcaba, su marcha a Europa es indicio de que el actual secretario general se plantea abandonar el timón. Hay otra interpretación, sin embargo, que fundamenta la importancia que da el PSOE a estos comicios, precisamente en la elección de una batalladora como Elena Valenciano.
En todo caso, parecía que PP y PSOE estaban mirándose de reojo hace semanas para ver quién ponía el otro en cabeza de cartel y actuar en consecuencia. Se adelantan en la elección los socialistas, de modo que, si es verdad que Rajoy tenía dos o tres nombres en función de sus adversarios, es probable que juegue la carta de Arias Cañete, el único miembro del gobierno que suspende con mayor dignidad. Los ataques político-mediáticos a Valenciano en las últimas horas demuestran que es la mejor opción de Ferraz. Porque, de no ser así, se cumpliría el principio estratégico de “no distraer al enemigo cuando se está equivocando”.