Editorial del 27 de mayo de 2019
Hay quién gana hasta cuando pierde, y quién pierde hasta cuando gana. Los resultados de las elecciones de ayer son ejemplo de ambas cosas. El PSOE gana con mucha holgura las elecciones europeas, tiñe de rojo autonomías y ciudades que eran feudos populares, en el cómputo global es el claro vencedor, pero ganar no es suficiente para poder gobernar. Así que pierde aunque gane.
El PP pierde voto en prácticamente todos los rincones de España, en algunos lugares es una pérdida apabullante, pero con Ciudadanos y la extrema derecha podrá liderar gobiernos municipales y autonómicos. Eso que ellos mismos llamaron con profusión y desprecio “coalición de perdedores” será el salvavidas de Pablo Casado. Así que gana aunque pierda.
Ciudadanos gana votos casi en toda España, no en Cataluña de dónde surgen, pero han perdido claramente frente al PP. El duelo que Rivera mantenía con Casado se salda con fracaso en lugar de con sorpasso. Así que pierden aunque ganen.
Y luego está Podemos en un caso clarísimo de tiro en el pie y no solo por Madrid en pie, la alternativa a Carmena, sino porque tiran por la borda todo lo que consiguieron hace 4 años. Así que pierden y pierden. Sin anestesia y sin paliativos.
Por último VOX. Pierden respecto a sus bulímicas expectativas, pierden respecto a su realidad electoral de hace un mes, pero ganan en influencia en un país, que, a diferencia de los grandes países europeos, en lugar de cordón sanitario la derecha le pone alfombra roja. Así que el spin-off del PP, pierde y gana a la vez.
En resumen, como dice el proverbio español, que cada sacristán llore por su difunto. Y eso sí, mañana todos a negociar en toda España. A ver qué país nos queda.