El Periódico, 18 de noviembre de 2004

Ferran Monegal

Cuando una presentadora recurre al estilo de poner sus lindas piernas encima de la mesa, un punto espatarrada, es señal de que la preocupación por la audiencia es grande. ¡Ah!, pues parece que Julia Otero está preocupada. Sus cerezas (TVE-1) no cosechan el éxito esperado. Hombre, cabe aconsejar paciencia. Su parada acaba, como quien dice, de inaugurarse. No sólo puso la delicada extremidad sobre el mostrador, para que viésemos la turgencia de su rodilla y la longitud del tacón de sus zapatos, también nos pasó en un momento dado un minucioso reportaje sobre la implantación de un piercing metálico en la punta del pene de un muchacho. Qué meticulosidad narrativa con la cámara. Lo enfocaron todo: el miembro, el glande descapullado, la inyección para amortiguar el dolor, la perforación de uno de los labios del esfínter urinario, la bola de hierro ahí clavada... Nos preguntábamos en casa, mientras cenábamos, si hacía falta tanta minuciosidad. Es más, nos preguntábamos incluso si nos aportaba algo este reportaje, aparte de quitarnos el apetito de cuajo. Julia exclamó, en un momento dado: "Es un tema al que yo le doy muchas vueltas". Pues siento decirle que ver cómo le perforan a uno el cacahuete con un clavo es un asunto que, a nosotros, nos interesa relativamente poco, la verdad. No es por la vía del taladro peneal por donde va a mejorar el programa. Sería mejor que escuchase bien a sus invitados y estuviese atenta a las perlas que le sirven en bandeja. Antes de lo del glande charló con Celia Villalobos y Josep Piqué, dos exministros de Aznar. Una de las preguntas fue sobre el poder, el mando, que se ejerce desde cargo tan importante. Contestó Piqué: "Mandaba más cuando estaba en la empresa privada". ¡Ah!, pues era una ocasión extraordinaria para sacar el vidrioso tema de Ercros, empresa en la que Piqué ejerció de mandamás. Pero claro, un piercing de pene aguardaba.


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