Libertad Digital, 10 de marzo de 2005
Encarna Jiménez
El desplome de “La Azotea” de Wyoming ha sido uno de los resbalones más aparatosos de las nuevas propuestas de TVE. Su traslado a un horario en el que no tenga que medirse con la competencia no es más que una salida de compromiso. La productora, Ganga, habrá negociado su permanencia durante un tiempo, probablemente con la carta de que TVE siga aprovechando el tirón de “Cuéntame cómo pasó”, una serie que está preparando nuevos capítulos, pero que, mientras tanto, vuelven a reponer desde el primer capítulo en horario de tarde para rellenar huecos.
No parece que a TVE le importe mucho estar perdiendo audiencia. Los números rojos no le preocupan –de momento- aunque si las cosas siguen torciéndose con personajes que se consideraban los símbolos del cambio acabarán haciendo mella en los directivos. Es lo que ocurre con Julia Otero y “Las cerezas”, que no hay manera de que remonte ni responda a las expectativas creadas.
Con el desplome de “La Azotea” se ha visto con datos incuestionables que el humor de progresía añeja no conecta con el público y que, a pesar del cambio político y de que se haya configurado una mayoría que comulga con el ideario de izquierdas y sus mensajes, cuando está en casa la gente hace lo que quiere con el mando a distancia. Ocurre igual con el programa “El Sábado”, que no ha recogido el granero de José Luis Moreno y se sitúa a gran distancia del humor de “Cruz y Raya”.
En “Las cerezas”, Julia Otero intenta salvar los muebles echando mano de temas “porno” a partir de cierta hora y lleva como parejas invitadas a famosos de variado perfil para mantener una fórmula que no cuaja. En los últimos programas ha contado con Alberto Ruíz Gallardón y Joaquín Sabina, que cantaron a dúo muy bien ensayados. Montserrat Caballé y Antonio Gala respondieron como cabía, siempre de acuerdo con la presentadora, y esta semana Fernando Sánchez Dragó se convirtió en protagonista con el complemento de Ana Palacio.
Julia Otero quiere tener una cuota de invitados que no sean socialistas, en parte por coartada de pluralismo y en parte por ver si aprovecha algún retal de la audiencia que acude a la llamada de otros tambores menos marcados por la “ideología dominante”. Esa puede ser una estrategia para mantenerse un tiempo al frente de “Las cerezas” pero, teniendo en cuenta lo que es la televisión, en algún despacho de TVE estarán tomando nota de que el “nuevo” estilo de los programas de entretenimiento no conquista a la audiencia.
Otro tanto ocurre con “De cerca”, el espacio que dirige Baltasar Magro y que tuvo como último invitado a Gregorio Peces-Barba. Su planteamiento tiene ciertas similitudes con el que presentaba Carlos Dávila: presentaciones amables y pocos aprietos que difícilmente crean interés entre el público.
Con estos mimbres, no es extraño que TVE no sepa cómo poner freno a un descenso continuado en los índices de audiencia –salvo echando mano de archivo- que agrava la situación económica del ente.