Entrevista publicada en el número de Diciembre de 1993 de la revista MAN
Autor: Angel Montoto
Sin pretenderlo, ya ha creado escuela entre las periodistas-locutoras de la última generación. Julia, que conoce a fondo la televisión, parece que ahora se encuentra más cómoda tras los micrófonos de la radio y afirma que este medio da más libertad a la comunicación. Pone un enorme empeño en todo lo que hace, tiene multitud de seguidores y un sello inconfundible. Más que alcanzar la meta, prefiere andar el camino.
En Las Ramblas de Barcelona y en un despacho más para trabajar que para recibir, sentados frente a frente, la mesa de Julia Otero nos separa y es soporte para el magnetófono. El ruido de Las Ramblas no nos llega, pero sí el amable rumor de las palmeras del inmediato patio-terraza del Ateneo barcelonés; de tarde en tarde, suenan las campanas de una iglesia y ambos callamos. No calla mi memoria de una joven muy joven, demasiado poco frívola, demasiado feminista, demasiado ella, que me contaba, mientras bebíamos orujo elaborado artesanalmente por su abuela, que sus padres, gallegos, habían emigrado por la misma razón que lo habían hecho varios centenares de miles de sus paisanos. Ahora es otra Julia, que dice "talk show" y "prime time", que se sienta al borde del asiento no por timidez, sino para devorar mi magnetófono, que tamborilea con los dedos y frunce los labios cuando medita una respuesta.
- ¿Cómo llega una filóloga a ser estrella de la radio y de la televisión?
- De entrada, desviándome del camino, lo que es bastante normal, y también por una serie de circunstancias que producen sinergia, y de pronto te encuentras en un camino que no has escogido.
- ¿Qué querías ser cuando eras una chiquilla?
- Antes de ir a la universidad, quería ser médico, por pura vocación estética. Nada serio... simplemente, me seducía la bata blanca. Todo cambió en COU, con una profesora de literatura a la que vagamente le sugerí mis deseos de dedicarme a escribir... Toda la vida he mantenido el vicio de escribir con nocturnidad y con algo de tristeza, como todos... Bueno, pues te decía que aquella profesora me sugirió que estudiara Filología, pues era un buen instrumento para arrancar.
- ¿No te seducía más estudiar ciencias de la información?
- La profesora me lo sacó de la cabeza: insistió mucho en que la herramienta de un buen periodista es la lengua y que, en todo caso, después de licenciarme en Filología, me sería fácil estudiar periodismo.
- Pero no estudiaste periodismo...
- No, porque cuando acabé la carrera, llevaba ya tres años dándole a ese oficio nuestro. La falta de tiempo y, todo ha de decirse, la pereza impidieron que siguiera estudiando.
- ¿Lo que tú estudiaste era Filología castellana o española?
- En aquel momento, había cierta polémica sobre este tema y recuerdo que un catedrático nos decía: "Estos son problemas de los políticos. Los lingüistas no tienen este problema. Se le llama español y no por ello se es un facha o un carca". En cualquier caso, yo me licencié en filología y Literatura Hispánicas.
- ¿A la universidad ibas sólo a estudiar, como Aznar, o te preocupabas por lo que ocurría en tu país?
- Me preocupaba de muchas cosas, pero como jamás he sido niña pija, además de estudiar, trabajaba bastantes horas al día, con lo cual me quedaba poco tiempo.
- ¿Te molesta que escriba que cuando te conocí, allá por el final de la década de los setenta, eras rojilla?
- No, en absoluto.
- Por aquella misma época, estaba un domingo tomando el sol en la terraza y te escuché por primera vez en la radio; era una larga y enjundiosa entrevista a un cura progre. ¿Cómo te llevas con Dios?
- Me llevo a ratos. Creo que si Dios existe, no es católico. Hay momentos en que me cuestiono su existencia, pero, por si acaso, no la niego nunca.
- ¿Qué importancia tiene el físico en televisión?
- Tiene mucha importancia en tanto que es un instrumento de comunicación. Despreciar el cuerpo y esa belleza comunicativa, que no tiene nada que ver con la belleza de los cánones, es una veleidad en la que caen con frecuencia los intelectuales; creo que se equivocan.
- ¿Con qué criterio eliges tu ropa?
- Con el del cuerpo; quiero decir, que lo que me pide el cuerpo. Me gustan aquellos diseñadores barceloneses y gallegos que han elegido, sobre todo, la sobriedad. Soy antilentejuela, antipompón, antilook de boda, antilazos de seda; me gustan las cosas sencillas, sobrias, lisas. Y es que, en cuanto me pongo cuatro lazos, me veo muy muñeca repollo.
- ¿Es la misma música la que eliges para un programa de radio o televisión que la que escuchas en tu casa?
- No, la música que utilizo en el trabajo es de cojín para la palabra, pues es ésta la que prevalece y gana la partida. La de casa es absolutamente variada, tengo un eclecticismo musical tremendo: lo mismo escucho ópera que música pop de principios de la década de los ochenta, que creo que es el mejor pop... el de los noventa no me interesa nada. En cualquier caso, el saxo es mi instrumento preferido tanto en el trabajo como en casa.
- Cuando vas a empezar un programa, ¿sientes miedo o euforia?
- Un miedo espantoso que se traduce en sequedad en la boca, taquicardia, ganas de dedicarme a cualquier otro trabajo y deseos de salir corriendo. Luego, llega la euforia producida por la adrenalina, el instante irrepetible del directo y el placer y el morbo de no saber qué va a ocurrir.
- ¿Qué es lo mejor y lo peor de la radio y de la televisión?
- Lo mejor de la radio es la facilidad con la que se abre a las personas; el receptor puede colarse y formar parte del emisor, porque existe algo tan sencillo como el teléfono y cada teléfono puede convertirse en un micrófono. Y lo peor es que no se ven las personas. Además, la radio te permite el tuteo; en cambio, la televisión es mucho más compleja, coloca entre el emisor y el receptor demasiadas cosas, incluido el electrodoméstico mismo, que es como un tótem en medio del salón; esta complejidad hace muy difícil el tuteo, y quien lo consigue es que es un gran comunicador.
- Seguimos con la televisión. ¿Qué te gusta más: dirigir o actuar?
- Me gusta más entrar en el plató, y lo digo ahora que he probado el ponerme detrás de las cámaras. Soy un culo inquieto y un pozo lleno de ganas de probar y experimentar. Lo de la dirección ha sido muy intenso, muy duro, y lo peor es la impotencia: cuando estás frente a la cámara, te puedes equivocar o puedes acertar, pero al fin tú eres la única responsable. En cualquier caso, cuando haces un directo, quien está frente a la cámara es quien maneja y dirige.
- ¿A qué crees que se debe el que los "reality shows" tengan una audiencia tan amplia: a que son programas muy bien hechos o a que los telespectadores son unos tarados?
- Dicen que el pueblo no se equivoca...
- ¿Y tú qué opinas?
- La cuestión reside en saber si es la televisión la que entontece a la gente o si ocurre al revés. También podría decirse que se tiene la televisión que se merece, pero ésta es una pescadilla que se muerde la cola. En todo caso, la audiencia está ahí y creo que quien se siente más desprotegido es el profesional a secas, presionado entre la empresa y el público.
- El último ICP indica que tu programa "La radio de Julia" es el segundo en mayor audiencia, lo que significa que, después de ocho años, le has quitado el trono a Encarna Sánchez...
- Me siento gratificada por haber encontrado una gran audiencia para un programa tan poco ortodoxo como es el nuestro, pero digamos que esto es un fin en sí mismo, no el haber desbancado a Encarna Sánchez.
- ¿A quién lo le gusta Julia Otero?
- No creo, felizmente, que exista un retrato robot, pero puedo no gustarle a los reaccionarios, a los carcas, a los de "la mujer, la pata quebrada y en casa", a quienes carecen de sentido del humor...
- ¿Qué personaje te ha apurado más y a qué personaje has apurado más en una entrevista?
- El que más me apuró a mí fue Vittorio Gassman en "La Ronda". A quien he puesto en mayores apuros ha sido a Alfonso Guerra, ya que intenté sacar de él al individuo que hay bajo el personaje público.
- ¿Y?
- Creo que Alfonso Guerra es mejor que su imagen pública.
- ¿La corrupción entre los políticos españoles es una invención de los periodistas, una histeria colectiva o una realidad?
- El político tiene en general los mismos vicios y virtudes que el colectivo al que representa; y éste es un país históricamente dado a la corruptela, un país que ha ensalzado la picaresca en una de sus más brillantes literaturas. A mí me dan más miedo los políticos que se corrompen por su ambición de poder que aquéllos que lo hacen por motivos meramente económicos.
- ¿Hay más aventurismo entre los políticos que entre los periodistas?
- No pienso que haya demasiado aventurismo en nuestra profesión. Otra cosa, sin embargo, son esos periodistas que quisieran ser políticos, pero que como no se atreven a aventurarse, se quedan lo más cerca posible, en el periodismo.
- ¿Cómo se lleva con el dinero una de las periodistas mejor pagadas de España?
- Me llevo muy bien porque soy de una familia humilde, de trabajadores, estudiante con beca. Sé su valor y valoro exactamente el dinero; sé para qué sirve y no caigo en esa ordinariez, propia de los ricos de toda la vida, de decir que el dinero no sirve para nada. Pero, en todo caso, no es el objetivo de mi vida y lo valoro para lo que me es útil: para comprar tiempo.
- ¿Son los periodistas el peor enemigo del periodista?
- Probablemente, sí, aunque lo mismo ocurre en otros grupos profesionales.
- ¿Qué límites tiene la "prensa del corazón" y cuáles le impones tú?
- La "prensa del corazón" no tiene límites. Si le interesa un personaje, llega a donde puede e incluso a donde no debería poder llegar, como, por ejemplo, robar fotografías. Por mi parte, los pongo todos. Tengo fama, en este tipo de prensa, de ser una persona huraña. Mi límite está en que hablo de mi trabajo y que se me fotografía en mi ámbito profesional o en espacios públicos. Jamás una cámara entrará en mi casa y jamás ha entrado. Nunca concederé una entrevista para hablar de mi vida privada.
- ¿Tienes tiempo para ir al cine? ¿Qué películas has visto últimamente?
- El tiempo se encuentra si realmente uno quiere. A mí me ocurre que puedo pasarme dos meses sin ir al cine, pero, al tercero, me entra mala conciencia por no enterarme de lo que ocurre y voy cada noche y me pongo al día. Lo último que he visto ha sido una película mexicana preciosa, "Como agua para chocolate", que es muy bonita, aunque no creo en eso de los amores eternos, ¿sabes? Me gustan las películas y las novelas que tratan el tema, que todos sigamos contribuyendo a este gran engaño que es amor eterno.
- Explícame eso de que no crees en el amor eterno. ¿Acaso has perdido la esperanza de un amor para siempre?
- Como a todo ser humano, me encantaría encontrar un gran amor para siempre, pero, por razones demasiado obvias, soy muy escéptica en este momento, aunque mis mayores insisten en que es muy preocupante que a mi edad me muestre tan cínica.
- La obviedad a la que acabas de referirte es la de tu reciente divorcio, ¿cómo soportas la soledad?
- No, no estoy sola... bueno, sentimentalmente estoy absolutamente sola, pero trabajo quince horas diarias y eso impide que me sienta sola.
- ¿Cómo es tu príncipe azul?
- Hace tiempo que aprendí que eso es una patraña para niñas y que los príncipes ni existen ni son azules.
- ¿Qué prefieres: querer o ser querida?
- Creo que, en el fondo, es mucho más feliz el que quiere que el que es simplemente querido.
- ¿Qué es mejor: dejar o que te dejen?
- Por la misma regla de tres, prefiero que me dejen.
- Un bebé, un gato, un perro, una serpiente pitón, ¿cuál te parece más cómodo para vivir?
- Me gusta todo tipo de cachorros, pero tienen que ser de sangre caliente.
- Acabas de estrenar casa, ¿cómo es?
- Es cálida, mediterránea... es más, barcelonesa, con espacios grandes y pocos trastos; no me gusta ir por la casa sorteando mesillas, butacas, sofás... prefiero andar en línea recta, sin obstáculos.
- ¿Crees que es importante sentirse español, gallego, catalán o chino?
- Como soy un poco apátrida, no sé muy bien qué significa todo esto. Soy hija de la emigración gallega, criada en Cataluña y me expreso en castellano...
- ¿Cuál es tu miedo?
- Posiblemente, llegar a alguna meta. Como decía Cavafis, lo mejor es el camino, el viaje a Itaca, y si algún día considero que he llegado a Itaca, entonces me sentiré muy angustiada.
- ¿Vale Madrid una misa?
- No conozco ninguna ciudad o pueblo que no valga una misa.
- Según las estadísticas, las motocicletas matan más que las drogas, ¿por qué no las prohiben?
- Más que prohibir las motos, yo legalizaría las drogas.
- ¿Qué está menos de moda: el alcohol, el tabaco o los porros?
- Los porros. La gente bebe como un cosaco, fuma y le da a otras cosas.
- Una prostituta o un putófago, ¿qué es peor?
- En mi época más feminista, respetaba a las putas y despreciaba a los clientes; en estos momentos, incluso empiezo a compadecerlos.
- ¿Es la hipocresía un tributo que la verdad paga a la convivencia?
- Sí, y además absolutamente imprescindible. No se puede ir por ahí diciendo la verdad. Además, muchos de los que defienden la verdad a secas lo que están haciendo es defender su verdad.