Vertele.com, 19 de agosto de 2005
La presentadora catalana se toma varios meses sabáticos y asegura que no tiene claro su futuro
El pasado martes, Julia Otero acudió al magacín nocturno “Tres D” que presenta Ramón Pellicer en la televisión autonómica TV3. A continuación, recopilamos las preguntas y respuestas más interesantes de la entrevista realizada a la periodista catalana:
¿Qué vas a hacer a partir de septiembre?
No lo sé, la verdad. Todo lo que se está publicando sobre este asunto tiene un poco de verdad y de mentira.
¿“Las cerezas” en TVE, un programa de tarde en Antena 3, regresas a TV3... ?
¿Ah? ¿Y quién dice que no? Lo único que sé es que no voy a trabajar hasta enero. Es un sueño que tenía desde hace tiempo: tomarme tres o cuatro meses sabáticos, intentar descansar un poco, pensar... porque cuando haces tele todos los días o semanas llega un momento que no sabes ni hacerla, necesitas respirar y tiempo para hacer cosas que tienes pendientes.
¿Qué es más difícil de aguantar: La presión de las audiencias en una televisión privada o la presión política en una televisión pública?
La segunda. La presión de las audiencias en las privadas es cruel y despiadada porque dependes del share para seguir o no pero, dentro de esa crueldad, es imparcial. Sin embargo, la presión política es más complicada de llevar porque es como una piedra que lanzan contra terceras personas y tú te llevas las bofetadas y las hostias. Pese a ello, cuanto más te pinchan más ganas tienes de seguir.
De “Las cerezas” se ha hablado mucho, ¿qué es lo más fuerte que se ha dicho?
Al mes de empezar, se dijo que el programa era una imposición del tripartido catalán, la cuota catalana, a Televisión Española.
¿No crees que las críticas califican a quién a las hace y no a quien las recibe?
Sí. Las críticas siempre califican a quién a las hace, porque las hace en base a unos valores, principios e ideología. Pero cuando son honestas, sean buenas o malas, también califican a quien las recibe. Hay críticas que valoras, aunque sean muy negativas, y otras que no, que son más negativas todavía pero que por venir de quien vienen sabes que no son rigurosas.
En general, ¿te consideras bien o mal tratada por la prensa?
No le doy más importancia a eso, porque, finalmente, si un programa tiene audiencia todos felices y es al público al que te debes. Es bastante democrático y es la gran suerte que tenemos.
Hace tiempo le hiciste una faena a Federico Jiménez Losantos...
¿Te acuerdas de eso? Fue hace muchos años en Telecinco, en un programa informativo donde él era uno de los tertulianos. La diferencia entre el señor Jiménez Losantos y yo es una forma de entender la democracia. Yo respeté sus opiniones en aquel programa y, en cambio, él no toleraba como pensaba yo.
¿Crees que una emisora de radio puede cambiar un gobierno?
No, la gente no es tan imbécil. Tengo una buena opinión de la gente y no creo que se deje manipular por una emisora de radio, si eso hubiera sido así. Está claro que la Ser no cambió el Gobierno, igual que la Cope tampoco podría hacerlo, ya que había cosas muy evidentes.
Felipe González y Jordi Pujol, Ibarra y Carod Rovira, José Bono y Fran Rivera, Sabina y Gallardón... Por tu programa ha pasado gente de peso, ¿ha sido complicado juntarlos en el plató?
Mucho. La gente importante tienen agendas muy apretadas y tienes que intentarlo todos los meses para conseguir entrevistarlos. Doy fe que ha sido muy duro conseguir algunas de esas entrevistas.
¿Qué es más difícil de entrevistar: A personajes conocidos o a gente anónima?
La entrevista es, con diferencia, el género periodístico más complicado. Hay entrevistas buenas y malas independientemente del interlocutor, pero sí es cierto que la gente pública lleva consigo una protección que no tienen los otros porque son víctimas de la imagen que la gente tiene de ellos, y tienen que tener cuidado por si dicen algo que les resulte inconveniente. Por ello, la gente anónima es más auténtica en una entrevista.
¿Tienes alguna estrategia para que no se te escabullen los entrevistados en sus respuestas?
Intentar siempre crear buen rollo. Pienso que una atmósfera cálida y agradable, no agresiva, es lo mejor para que la gente se abra.