El único explorador español conocido, discípulo del mítico Thor Heyerdahl, ha finalizado a los 41 años la aventura que soñó desde niño. Kitín Muñoz partió de Chile, atravesó el Pacífico y llegó a las islas Marquesas en una nave primitiva de juncos de totora construida por indios bolivianos, del mismo modo en que debieron hacerlo sus antepasados hace cientos de años. La expedición recorrió 10.000 kilómetros, y si no alcanzó las costas de Japón fue porque un molusco voraz se comió parte del barco. "Si nos metíamos en el agua para arreglar las cuerdas, nos atacaban los tiburones", dice Kitín sin pestañear; así que tuvieron que amputar el barco para librarse del insaciable parásito.
¿Qué ha querido demostrarle al mundo?
La superioridad de la navegación primitiva. El Titanic se fue a pique en una hora, cualquier embarcación moderna sucumbe a una avería grave. Nosotros partimos la nave por la mitad, le dimos la vuelta y seguimos. La balsa de totora jamás se hunde.
¿Le gustaría dejar al conquistador blanco europeo con el culo al aire?
Piense que el primer encuentro de los españoles con los incas fue en el mar, y tuvieron la honestidad de reconocer que las embarcaciones de ellos eran muy superiores. Esas naves hacían viajes larguísimos. El mundo fue global mucho antes de lo que creíamos.
¿Y los historiadores? ¿Qué piensan de todo esto?
Nos siguen llamando fantasiosos. El descubrimiento del Pacífico por los españoles fue gracias a un viejo inca, luego antes él había hecho ese viaje. Recientemente se ha encontrado cocama, originaria de América del Sur, en las momias egipcias. Pero ya lo dijo Cousteau: somos tan reacios a creer que estamos ciegos ante las evidencias.
Cuando un niño sueña ser héroe piensa en Raúl o Guardiola. Usted se fijó en un noruego, arqueólogo, explorador y aventurero. Cuénteme.
El libro de Thor Heyerdahl, Kon-Tiki, cae en mis manos a los 14 años y quedo tatuado. Cuando llega la madurez intelectual, después de los 26, me lanzo al desafío.
Casi ha vivido la historia interminable. Mientras perseguía su sueño, el mundo ha borrado sistemas políticos, derrumbado muros, dibujado fronteras...
Tuve que pasar la universidad de la aventura: viví en una comunidad de polinesios en una isla, hice travesías por el Mediterráneo, bajé el Nilo en piragua...
¿Qué aprendió?
A carecer de cosas. Hay que formarse en el mundo asceta y espartano que necesita un viajero.
Desmienta el tópico de que el aventurero es un pijo al que aburre su bienestar.
Quedé huérfano de padre a los 11 años, y a los 18, después de empezar periodismo y comprobar que me había equivocado, le dije a mi madre que me iba y que no se preocupase por mí. Desde entonces soy independiente.
¿Qué pone en su DNI?
Lo perdí hace 15 años. Ni siquiera tengo casa, sólo una maleta. Ahora he montado una oficina-guarida porque necesito un campamento base para organizar mis expediciones.
¿Algún rasgo de su niñez delataba su futuro?
A los 11 años cogí un tomavistas de la época y me fui al campo con sólo billete de ida. Así forcé que la vuelta fuera una aventura.
Debe ser un devoto de Kavafis; ya sabe, lo importante no es llegar, es el camino.
No puedo estar más de acuerdo. El viaje al paraíso es el paraíso. Como dijo Homero, el viaje es lo que cuenta.
Permítame que le diga que en esta parte del mundo la cosa funciona justo al revés.
Es que vivimos en una sociedad de culto a las metas rápidas y al éxito fácil. La seguridad es un falso dios. En una exploración, lo importante es saber en qué dirección viajas, pero no lo que vas a encontrar.
¿Se parte de la risa cuando oye el verbo navegar aplicado a lnternet?
Es sólo una palabra.
Valentía o inconsciencia. ¿Dónde pone la raya?
La amenaza es un riesgo y el miedo un peligro. Y aún hay otro mayor, el exceso de confianza. Si eres miedoso, eres peligroso, y si eres temerario, también. Yo acepto riesgos calculados.
Con la vida que ha llevado, ¿cómo ha conseguido una amistad real?
Gané la confianza del príncipe Felipe tras un largo trabajo. Soy un español que consiguió su apoyo porque él creyó en mi proyecto. Cualquiera puede intentarlo.
Meses cruzando mares sin llegar a tierra. ¿El sexo no le parece una aventura suficiente?
[Risas]. Son meses de abstinencia absoluta, pero la obra merece el sacrificio.
Alguna Penélope le esperará, ¿no?
Soy un soltero total. Pero, bueno, hay alguna tahitiana...
En medio de la Gran Vía le imagino como Cocodrilo Dundee.
Me ha pasado mucho y es muy duro. Estoy siempre de paso. Cabalgo entre dos mundos.