Editorial del 1 de febrero de 2012
Como al señor Gallardón le gusta la notoriedad, no hay apenas día en que no tengamos razón de mentarle al hilo de alguna propuesta de su ministerio. Si ayer fue el aborto, al que dedicaremos el gabinete de hoy, por cierto, hoy ha sido su aportación para descongestionar los juzgados españoles: que los matrimonios civiles puedan celebrarse ante notario en lugar de ante un juez. Del mismo modo, un divorcio de mutuo acuerdo también podría ser suscrito ante un notario.
La noticia es llamativa, por eso figura en las portadas informativas de todos los medios, pero no hemos visto ninguna alusión económica. Además de la descongestión judicial... ¿cuál sería la gran virtud de esta medida?: obviamente el ahorro de la Administración y, por supuesto, y en paralelo un coste nuevo para el ciudadano. Pagar por casarse, en concreto a un Notario, profesión muy rentable en España hasta que se dejaron de vender pisos y formalizar hipotecas. El notariado no pasa por buenos momentos, como a nadie se le escapa. De eso hablaron precisamente ayer los representantes del Consejo General del Notariado ¿saben con quién? ... con Gallardón. El ministro ha sido pues muy diligente en aceptar la sugerencia de los notarios para asumir nuevas funciones.
O sea, pagar por un trámite que hasta ahora era lo único gratuito de una boda. Pagar para que te casen. He ahí el aspecto de la noticia que pasó inadvertido.