Editorial del 14 de febrero de 2012
“A quién le moleste que el PP sea determinante en Cataluña, que se vaya acostumbrando”. Con esa frase rotunda, ha comparecido esta mañana en rueda de prensa la mujer seguramente con más poder en Cataluña, Alicia Sánchez Camacho, presidenta de los populares en el reino de Artur Mas.
Tras arduas negociaciones hasta las 4 de la madrugada de hoy, es decir con nocturnidad y la alevosía que da la imprescindible aritmética parlamentaria para aprobar los presupuestos, esta mañana no ha sido el gobierno convergente quién ha salido a contar los acuerdos, sino la líder del PP catalán. No solo eso, la señora Camacho ha dado por finiquitada la geometría variable que pretendía Artur Mas y ha añadido que el gobierno ya tiene socio estable, el Partido Popular.
La señora Camacho puede sacar pecho y presumir además de haber conseguido propuestas la mar de socialdemócratas, para entendernos: que no paguen el euro por receta los más necesitados, ni los enfermos crónicos. Que la tasa del agua se reduzca y que se retrase la tasa turística. Solo le faltó a Alicia anunciar la vuelta de las corridas. Hoy, desde luego, ha estado torera. No es difícil imaginar hoy al gobierno de convergencia con digestión pesada.