Editorial del 25 de abril de 2024

'Estado de shock'. Ese es el concepto más usado en España en las últimas 20 horas. Salvo los líderes del PP, con su jefe de filas a la derecha, nadie sabe qué decidirá el presidente del Gobierno cuando pasen los cinco días que ayer nos contó que necesita para responderse a una pregunta: "¿Merece la pena todo esto?".

No hace falta ni repasar la naturaleza del fango al que Pedro Sánchez se refiere en su carta porque tenemos ojos y oídos para recordar los insultos y la falta absoluta de respeto a la figura del presidente del Gobierno.

Ni el manual del resistencia estaba preparado para tanto. La realidad es que España contiene el aliento: unos, porque han puesto el cava a enfriar, y otros, porque temen que lo descorchen los que no han recibido suficiente apoyo para llegar al poder a través de las urnas. ¿Se puede rendir un presidente legítimo investido hace menos de un años por mayoría absoluta? ¿Puede Pedro Sánchez dar ese triunfo a los que llevan cinco años esperando este momento? ¿Puede la izquierda gobernar en España en un clima de normalidad democrática cuando las urnas lo dictan? ¿O estamos condenados a la crispación sin límites siempre que la derecha pierde el poder?

 


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